GENIOS, INAGOTABLES Y SIN FILTRO

THE ROLLING STONES EN EL LETNANY AIRPORT (04.07.2018) – PRAGA, REPÚBLICA CHECA

 Mientras espero mi turno en la fila de la boletería instalada en el Letnany Airport, veo a un muchacho con la camiseta de Messi, al lado de un viejo, esperando a que el vendedor les entregue sus tickets. ¡Por fin alguien con quien hablar en español! 

 -Hola argentino, soy de Perú. Mucho gusto. ¿Qué zona estás comprando?
 -Hola che. Esperáme unos minutos y te cuento. Hoy es mi día de suerte. 

 *** 
Hoy es la penúltima fecha de la gira europea No Filter. Los Rolling Stones la iniciaron en setiembre del año pasado y hasta el momento (26 fechas) van recaudando un poco más de 220 millones de dólares con una asistencia acumulada de un millón y medio de fans. ¿Para qué quieren tanta plata estos septuagenarios? Bueno, Jagger tiene como ocho hijos y Wood hace poco fue padre de unas preciosas gemelas. Ambos tienen novias muy jóvenes. Los “afrodisíacos” cuestan. Y Richards aún mantiene sus “vicios” caros. 

Media hora antes de llegar al viejo aeropuerto, el taxista me dijo que, según los noticieros, para el concierto de los Stones se espera una asistencia de sesenta mil personas. Debido al feriado nacional de dos días, miles se han ido a pasear fuera de Praga, pero otros miles los han reemplazado: para este show, para el festival por los 115 años de la Harley-Davidson y para hacer turismo por esta bella capital pletórica en portentos arquitectónicos.

Por fin llega mi turno y aún quedan tickets a 1 990 coronas checas (90 dólares). Con mi boleto en mano me apresuro a ingresar al lugar del concierto. En el trayecto me encuentro con el singular y llamativo Ulrich Schroeder -uno de los fans de los Stones más reconocidos a nivel mundial y dueño del Stones Fan Museum en Alemania-, un apretón de manos y un par de fotos son suficientes. Una vez dentro del campo, veo decenas de motociclistas con sus chaquetas Harley Davidson y de inmediato pienso en el festival de Altamont de 1969, marcado por la tragedia por culpa de los motorizados Hell Angels (pandilleros violentos que prestaban servicios como miembros de seguridad) que sembraron el terror llegando incluso al apuñalamiento de un afroamericano mientras los Stones tocaban ‘Sympathy for the Devil’. 
Después de ir y venir en pos de un buen lugar, me ubico adelante en el campo B; una cerveza y una hamburguesa me sostendrán hasta que comience el show dentro de tres horas.

Aguanto a un par de bandas teloneras locales, hasta que se anuncia el momento esperado: “¡Ladies and Gentlemen, The Rolling Stones!”. Salen los cuatro demonios de la banda más longeva del rock a saludar a su público, y de inmediato Keith Richards nos hace brincar con los primeros riffs de ‘Street Fighting Man’, y sin lugar al descanso arremeten con ‘It’s Only Rock n’ Roll (But I like it)’. Luego de los saludos de Jagger en checo, que no entiendo ni jota, interpretan la hermosa ‘Tumbling Dice’ cuyo juego de voces, sección de vientos y la guitarra filosa de Ronnie -en complicidad con las baquetas de Watts y la rítmica de Keith- la hicieron mi favorita de la noche. ‘Under my Thumb’ (los fans la escogieron por votación) nos reafirma que esta gira es un The Best Of o un Greatest Hits. Jagger de nuevo: “Esta canción, Bob Dylan la escribió para nosotros. Fue muy amable de su parte, aunque ahora ya ni me habla”, risas del público, y suena la enorme, la inconmensurable ‘Like a Rolling Stone’. Estoy en Praga haciendo turismo por mi cuenta luego de tres semanas intensas de trabajo, un peruano desconocido en esta parte del mundo, así que la canto a todo pulmón: “How does it feel? How does it feel to be without a home? Like a complete unknown, like a rolling stone … How does it feel to be on your own with no direction home? A complete unknown, like a rolling stone”. Aplausos. Rendición total. Luego, sin la introducción coral, una guitarra acústica y el corno francés dan inicio a uno de mis himnos loser: ‘You Can't Always Get What You Want’. Eres lo que quiero y lo que necesito. 
 *** 
Volviendo al muchacho argentino, una vez que le dieron su ticket se me acercó: 

 -No sabés la suerte que tengo. Conocí a un viejo trolo y me acaba de comprar la entrada. Ya nos vamos. Cuidáte. Disfrutá el show. 

 Le di un apretón de mano como despedida y de reojo miré a su “padrino”. El pibe tenía razón: era un viejo calvo, quizá europeo, con un bividí verde y un short cachetero rosa encendido. Muchos argentinos suelen decir que ellos son los más grandes fans de los Stones a nivel mundial. Incluso hay una tribu urbana denominada “Los Rolingas”, todos con el mismo corte de cabello (igual al flequillo del Mick Jagger de los sesenta, aunque en realidad es más parecido al de Paul McCartney en los setenta) y que para ellos ser seguidores de la banda británica es como una religión y todo un estilo de vida. Pues, este muchacho no tenía pinta de rolinga pero demostró ser tan fan como uno de ellos, capaz de cualquier “sacrificio” con tal de ver a sus amadas piedras rodantes. 

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‘Paint it Black’ me transporta a aquellas noches viendo la serie NAM luego del colegio. Con esa famosa intro de guitarra que acompañaba a los helicópteros que sobrevolaban la selva vietnamita. Luego de presentar a toda la banda, Mick le cede el protagonismo al pirata Keith Richards, quien se despacha como entre amigos con la blusera ‘You Got the Silver’ y ‘Before They Make Me Run’. Jagger regresa al escenario para representar al Diablo en ‘Sympathy for the Devil’, mientras me divierto cantando los “woo woos” no puedo evitar mirar a mi alrededor, por si acaso, para asegurarme de que no haya un motociclista cerca. Y los hits se siguen sucediendo uno tras otro con ‘Miss You’, ‘Start Me Up’, ‘Jumpin' Jack Flash’ y ‘Brown Sugar’, y Jagger parece no agotarse, incombustible, pilas Duracell, le falta poco menos de un mes para cumplir 75 años y se sigue comiendo el escenario como un veinteañero. Es tiempo de una pausa. Quizá el uso de tanques de oxígeno detrás del escenario. Y el encore nos trae a la siempre sorprendente ‘Gimme Shelter” y termina con la única canción de los Stones que ya no me satisface en vivo: ‘(I Can't Get No) Satisfaction’. 
Fuegos artificiales a diestra y siniestra le ponen punto final a una estupenda noche en la que nos fusionamos con el rock. Fue un show generoso de casi dos horas. Aún no sé cómo regresar al hotel que está al otro lado de la ciudad. Lo importante es que vi a los Stones por tercera vez y sin planearlo. Gracias viejos roqueros por continuar haciendo música y darle un poco de alegría a nuestras rodantes vidas. 
HENRY A. FLORES

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