TIEMPOS DE PEREGRINACIÓN ROQUERA

Visita al museo del Salón de la Fama del Rock and Roll
ESCRIBE: HENRY A. FLORES




  
Salto de mi asiento cuando veo al inmenso Prince, y a todo volumen, apoderarse del solo de guitarra del “While My Guitar Gently Weeps” de los Beatles. Lo veo dejarse caer mientras algo lo posee. Después cierra los ojos y mueve la cara frenéticamente a la misma velocidad de sus manos para luego lanzar por los aires y sin retorno a su Telecaster, como si el mismísimo George Harrison la hubiera recibido en el cielo. Perfecto final para esta proyección que compila los mejores momentos de las ceremonias de ingreso al Salón de la Fama del Rock and Roll. 
Se prenden las luces y todos aplaudimos y vitoreamos. Me acordé de aquellos sábados por la tarde, en San Miguel, viendo estos conciertos completos del Salón de la Fama en el depa de mi viejo y querido amigo, el Inge Llanos. Muchos sábados, hasta el anochecer, condensados en un filme de doce minutos. Sin embargo, a la salida del Connor Theater (ubicado en el cuarto nivel del museo) otra sorpresa me aguardaba: en un pasadizo poco alumbrado y en fila india, mientras observaba a mi derecha las fotos de los performers del film (mi tío Neil, Macca, Eddie, Eric, Bobby, Chuck, George, Tom, Ringo, Bruce) y a mi izquierda algunos de los instrumentos y ropas que usaron, de repente quedo petrificado cuando veo el traje y el sombrero rojo de Prince. Con esfuerzo salgo de la fila y me acerco lo más que puedo. La vitrina queda empañada con mi aliento. 
Izquierda: traje de Prince 
El museo del Rock and Roll Hall of Fame queda en pleno centro de Cleveland (Ohio) en una zona llamada North Coast Harbor, que es el lugar donde la ciudad se encuentra con el gran lago Erie. Mi primera visita fue en un día lluvioso y la segunda, una semana después, en un día soleado. En plena lluvia, el paisaje alrededor es deprimente y solo quieres ingresar cuanto antes a la gran pirámide que alberga al museo. Cuando el sol reina, aquel pedazo de bahía cobra vida y hasta dan ganas de subirse a cualquiera de las embarcaciones y dar un concierto de rock al aire libre.

En el nivel cero (galería Ahmet Ertegun), varias salas repletas de instrumentos musicales, ropas, artículos personales, pósters, letras de canciones, sonidos, videos, etc., intentan contarnos la historia del rock: desde sus raíces (country, folk, bluegrass, blues, góspel, R&B) hasta algunos actos de la década presente como los Alabama Shakes. Estar frente a la consola con la que Jimi Hendrix grabó y mezcló su seminal “Are You Experienced?” (1967) presagia la inundación que mis ojos sufrirán. Llego a la sección dedicada al grunge -el furioso rock de principios de los noventa- y una guitarra rota de Mike McCready (Pearl Jam) me da la bienvenida; veo muñequitos de Alice In Chains, afiches de Soundgarden, Nirvana, Mother Love Bone, Green River (la primera banda grunge de la historia) y Mudhoney. Ya no resisto más al ver la letra de “Indifference” tipeada por Eddie Vedder. El “Ten” y el “Vs.” sonando en mi walkman una y otra vez. 
Sección dedicada al Grunge
La segunda inundación es británica con la sección dedicada a The Beatles y su más preciada joya: el mellotron con el que McCartney compuso y grabó el intro y acompañamiento de “Strawberry Fields Forever”…nothing is real. Entre este nivel y el segundo, mis ojos ya no sabían dónde posarse: las guitarras de Muddy Waters, Stevie Ray Vaughan, Slash (con su sombrero de copa incluido), Pete Townshend, los bajos de Rick Danko y John Paul Jones, la acústica con la que Eric Clapton grabó su ya clásico unplugged, la Mosrite de Johnny Ramone, el uniforme scout del niño Jim Morrison, el uniforme escolar de Angus Young, el traje que usó Meg White para la portada del “Icky Thump”. La lista es interminable, hay de todo y para todos. Y ese todo es parte de la historia de la música popular y de mi historia personal. 

En el nivel tres se exhiben las placas con los nombres de los ingresados al Salón de la Fama del Rock and Roll desde 1986 hasta el año pasado. Además, hay un salón dedicado a los que han ingresado en este año como Bon Jovi, Nina Simone y Dire Straits. También puedes votar electrónicamente a través de unas pantallas táctiles para sugerir candidatos; voté dos veces por Soundgarden. En las estadísticas de ese día Rage Against The Machine estaba en el primer lugar. Luego me puse a buscar los nombres de mi héroes como The Beatles, Pearl Jam, The Who, The Band, Guns N’ Roses, Paul McCartney, Neil Young, Ramones, Bob Dylan, George Harrison, The Beach Boys, Lou Reed, Van Morrison, Patti Smith… y cuando llegué a la placa de Leonard Cohen, inconscientemente la toqué y me persigné.
Consola de grabación del "Are You Experienced?" de Hendrix
El último nivel (el quinto) es utilizado para exposiciones temporales. Me tocó ver la muestra por los cincuenta años de la revista Rolling Stone y sus más de cien emblemáticas portadas, mientras una linda DJ trasmitía en vivo su programa de radio en una cabina instalada para la ocasión. En el primer nivel, el restaurante tiene comida variada (para el tipo heavy, sus buenas hamburguesas; y para siluetas emo, sus verduritas y refrescos sin azúcar) y la tienda de suvenires está bien surtida pero es cara, recomiendo no comprar los discos ni los libros a menos que seas un ‘sugar daddy’. También ingresé a una curiosa cabina donde te filman mientras respondes preguntas sobre el rock; al terminar ingresas tu email y al día siguiente ya tienes el video del recuerdo en tu bandeja.
Exhibición  de los ingresados al Salón de la Fama 2018
Garth Hudson (The Band) dijo alguna vez que los músicos son los sacerdotes del alma. Pues, miles de vidas han sido de alguna manera aliviadas o transformadas por las canciones de estos héroes reunidos dentro de esta gran pirámide, todo un centro de peregrinación para el melómano roquero. Gracias José por unirte en la primera aventura, gracias Sandrino por la segunda oportunidad y gracias Silvia por animarme a hacerlo. Parte de lo que soy y de cómo me relaciono con el mundo viene de aquí.

Entradas populares