NEIL YOUNG - “HOMEGROWN” (2020)

“Homegrown está aquí. Hace cuarenta y cinco años lo grabé, no lo saqué en ese momento porque pensaba que era demasiado personal y no estaba listo para ello”. Con esta frase, mi tío Neil comienza el unboxing del vinilo de este esperadísimo “álbum perdido”. Saca el disco de su funda, lo lleva al tornamesa y pone en contacto el lado B con la aguja, la blusera ‘We Don’t Smoke It No More’ nos engancha de inmediato y rogamos para que el courier se apresure en traernos el disco a casa. Una semana después, diremos como Neil: “el Homegrown está aquí”, aunque humildemente, en versión CD. 
Después de escuchar una y otra vez el álbum, además de disfrutar la mayoría de las canciones -recordemos que en los setenta Neil Young estaba en el pico de su creatividad y todo lo que tocaba lo convertía en oro- seguimos teniendo la sensación de que “Homegrown” es en su mayoría una buena colección de demos, pocas canciones se muestran acabadas y producidas, solo aquellas que fueron grabadas en diciembre de 1974 con una banda completa y en la que participaron luminarias como Levon Helm (The Band) en la batería y Emmylou Harris en las voces. “Separate Ways”, “Try”, “Homegrown”, la instrumental “We Don’t Smoke It No More” y “Star of Bethlehem” son las delicias que prolongan el placer de sus obras maestras anteriores como el Harverst o el On The Beach. 
También, me llama la atención el triángulo musical, no equilátero, que se grabó en un mismo día (21 de   enero  de  1975):  ‘Mexico’,  el mejor Neil de solo piano y voz, ‘Kansas’, el clásico Neil con guitarra acústica y armónica, y la desconcertante y experimental ‘Florida’, cuyos diálogos se soportan sobre cuerdas de piano y frotaciones de copas de vino. La desprolija ‘White Line’, tiene a Robbie Robertson (The Band) en la primera guitarra, y está grabada de tal forma que parece el ensayo de dos amigos en la habitación de un hotel, los arreglos de Robbie se perciben improvisados, pero es tan buena la canción, que su belleza permanece intacta tanto en esta versión y en la que posteriormente se grabaría para el Ragged Glory (1990), acelerándola y dotándola de distorsión.  
Volviendo al principio, según su autor, el disco era demasiado personal para que viera la luz. “Homegrown” está atravesado por el fin de su relación con la actriz Carrie Snodgress (Diario de una esposa desesperada, 1970). Quizá Neil Young temía mostrarse vulnerable o demasiado afectado, o a que la crítica destrozara un álbum producto del desamor, o no quería exponerse demasiado en frases como: “No me voy a disculpar. La luz brilló en tus ojos y no se ha ido. Pronto volverá”. “Me gustaría correr el riesgo, pero mierda, Mary, no puedo bailar”. “Cariño, la puerta está abierta a mi corazón y espero que no seas la que luche con la llave... Y trato de lavarme las manos. Y trato de hacer las paces”. “El amor es una rosa, pero es mejor que no la recojas… Un puñado de espinas y sabrás que lo has perdido. Quiero ver lo que nunca se ha visto. Quiero vivir ese viejo sueño. Vamos muchacha, podemos ir juntos. Tomemos lo mejor ahora”. ¡Rayos!  Mi tío Neil está que sufre por amor y yo escribo que sus canciones parecen demos. Pero no es por falta de respeto o cariño, él me daría la razón, ya que años después algunas de estas canciones vieron la luz en otros álbumes, compilados o en conciertos, con mejores arreglos y una producción más cuidada.  
Dentro de su vasta serie The Neil Young Archives (más de treinta lanzamientos), el “Homegrown” ha venido a completar mi trilogía favorita junto al testimonio potente y eléctrico de “Live at the Fillmore East 1970” y a la desnudez acústica de “Live at Massey Hall 1971”. “Homegrown” tiene de ambos, pero en vez de un auditorio, en el estudio. Gracias de nuevo tío Neil por compartirnos tus viejos amores, tus viejos dolores y tus viejas ‘nuevas’ canciones. (HENRY A. FLORES)
                                           

Entradas populares