EDDIE VAN HALEN (1955-2020)

Eddie Van Halen era la clase de músico que aparece muy pocas veces. Dentro de la corriente de la guitarra blues rock, podríamos decir que los bluesmen y gente como Chuck Berry fueron el equivalente de los filósofos griegos, fueron quienes sentaron las bases. Jimi Hendrix fue Isaac Newton, el hombre que cambió el paradigma y cuya revolución parecía definitiva. Y Eddie Van Halen fue Albert Einstein, el hombre que, cuando parecía que Hendrix ya se había encargado de dirigir la guitarra eléctrica hacia una dirección, demostró que todavía quedaban caminos por abrir. Esa es, básicamente, la impronta de los genios.

Eddie Van Halen inició su revolución a finales de los años setenta, cuando no había transcurrido ni una década desde la temprana muerte de Hendrix. Desde entonces, ha habido grandes virtuosos, ha habido guitarristas capaces de sorprender con técnicas increíblemente complicadas, pero no ha habido ninguno que haya sido capaz de sacudir los cimientos del instrumento como lo hicieron Hendrix y Van Halen. Ninguno. El peculiar estilo de Eddie era una mutación inesperada de unas influencias que, por sí mismas, nunca hubiesen permitido prever semejante supernova. El gran ídolo de Eddie era Eric Clapton, y Eddie siempre decía que la grabación que más le había influenciado eran las improvisaciones que hacía Clapton en la versión en directo de ‘I’m So Glad’ del álbum Goodbye (1969) de Cream. Aunque es fácil ver ahí las raíces de su estilo, es obvio que Eddie era otro paso evolutivo. Al igual que aparecen especies nuevas en la biología, Eddie era una nueva especie dominante en el ecosistema de los guitarristas. No habían transcurrido ni diez años desde el Goodbye, y Eddie ya había adelantado por la izquierda a sus propios ídolos. 

‘Eruption’ y la famosa técnica del tapping trastornaron a toda una generación de muchachos que estaban aprendiendo a tocar por entonces. Van Halen propició el nacimiento de toda una nueva casta de guitarristas: los shredders. Ya saben, muy volcados en la velocidad y las peripecias técnicas. Todos esos guitarristas se han inspirado en él, porque, a partir de 1980, es casi imposible que surgiese un guitarrista de rock medianamente técnico que, queriéndolo o sin querer, no hubiese crecido bajo la influencia directa o indirecta de Eddie Van Halen. Pero Eddie siempre ha sonado diferente y reconocible entre todos sus discípulos porque, para él, la velocidad y la pirotecnia no eran un objetivo, sino el resultado de su pasión y su intensidad, de su manera de aproximarse al instrumento. 

El amor que sentía por la guitarra eléctrica es algo que puede percibirse en cada nota. Era un guitarrista de una expresividad alucinante, cosa que muchos otros pierden con la velocidad. Uno de mis solos favoritos es el que hizo en ‘Feel Love Your Love Tonight’, que es como una pequeña canción dentro de la canción en sí, con la vocecita de la guitarra contando su propia historia. O qué decir de sus fascinantes guitarras rítmicas; ¿qué decir de sus imaginativos, originales, exquisitos acompañamientos? Por ejemplo, en ‘Top Jimmy’, ¡donde las rítmicas son mucho mejores que el solo! Y tampoco se puede olvidar su faceta como compositor, que, cuando le daba la gana, demostraba que su inspiración iba mucho más allá del hard rock. 

Todos hemos visto a Eddie sonriendo durante el solo de ‘Jump’, con esa actitud de “eh, mira lo que sé hacer”, como si estuviese en una fiesta con amigos. O haciendo el solo de ‘Hot for Teacher’ mientras camina por una mesa de biblioteca. La clase de cosas que le alegran a uno el día. Pero todo ese desenfado no puede ni debe servir para desdeñar el talento de quien ha sido, sin discusión alguna, uno de los músicos más brillantes de las últimas décadas. La clase de músico que rompe esquemas, cuya impronta, como la de Hendrix, no desaparecerá mientras en algún rincón del planeta haya una guitarra eléctrica conectada a un amplificador, en manos de algún muchacho con ganas de hacer ruido y aprenderse los solos de sus ídolos por el mero placer de aprenderse los solos de sus ídolos. Hablamos de ese nivel de grandeza, de esa clase de influencia. Un hombre que cambia la historia de un instrumento musical es algo que no aparece todos los años, ni todas las décadas. (E. DE GORGOT)

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