ROMPAN TODO: LA HISTORIA DEL ROCK EN AMÉRICA LATINA

Conforme avanzan los seis episodios de la mini serie documental “Rompan todo”, ésta se va poniendo aburrida. Pierde emoción capítulo tras capítulo. Desaparecen de escena los próceres del rocanrol, los verdaderos héroes que forjaron una sonoridad y una actitud beat, guitarrera y rebelde, a partir de las esencias y los estándares del rock anglosajón, y todo se difumina. “Rompan todo” termina siendo una serie a iniciativa de parte, pasteurizada, for export, complaciente y traicionera a la vez. 

Gustavo Santaolalla, productor ejecutivo de la serie, tiene el cuajo de decir en los últimos minutos que el rock se encuentra en hibernación. Lo dice el responsable de un sinnúmero de engendros fusión y latin pop, en México y Argentina, que acabaron con el rock. Y que la emprende ahora con esta "visión de los vencedores". O, como lo ha comentado el músico y escritor mexicano Rafael González Villegas (Sr. González), una "visión de los vendedores", porque eso es en lo que se convirtió el género. Un reducto de mercachifles y chambones. 

No hay duda que la serie es un esfuerzo por sintetizar y abarcar la historia completa del rock latinoamericano. Digamos que en sus dos primeros episodios lo consigue, de la mano de los grandes maestros del género, de su música maravillosa y, sobre todo, cuando se documentan con fotografías, registros documentales y testimonios de primera mano, la resistencia política del rock y hacia el rock; las fuerzas reaccionarias operando, el terrorismo de Estado, el terrorismo comunista disparando, la corrupción institucionalizada y el oportunismo mercantilista. Pero, a partir del tercer episodio, “Rompan todo” se vuelve fútil porque la movida roquera de Latinoamérica se vuelve ridícula. Porque el rock languidece y desaparece. Y entonces comienza el show del señor Santaolalla declarando y pontificando sobre sus producciones musicales. Me disculparán, pero todo el proceso en México, de los ochenta a los dos mil, resulta absolutamente insubstancial en la evolución del género. 

Además, se trata de una mini serie carente de rigor y de objetivos. Debió dedicar episodios completos a movidas nacionales. A países distintos a la Argentina y México. Reseñar de a verdad, con visión histórica y crítica, el movimiento roquero en Cuba, Perú, Chile, Venezuela, Panamá, Bolivia, Ecuador, Brasil, etc., donde la espora del rock se cultivó desde temprano, fermentando grupos maravillosos.

En “Rompan todo” no están Los Llopis, ni Los Zafiros, ni Manuel Galbán de Cuba; no están Los Shains, Los Belkings, los Yorks, los Traffic Sound, Los Mads, ni Enrique Delgado y Los Destellos y todo el movimiento cumbiambero peruano de los setenta que se lleva de encuentro a cualquier producción de Santaolalla; no están Sentimiento Muerto ni Los Amigos Invisibles de Venezuela; ni Pat Henry ni Los Átomos de Chile como pioneros del rocanrol (se prefirió a Víctor Jara, en un yerro total); no está Grillo González de Bolivia; ni Los Rabanes de Panamá, etc. ¿Dónde están los roqueros españoles de los ochenta y noventa que tanto influyeron en Latinoamérica? En fin. Se trata de una serie carente de rigor histórico, de premisas y de objetividad.

Por cierto, que no pueden estar todos. Ni deben estarlo. Pero la multiplicidad y pluralidad del movimiento ameritaban una mirada amplia, integral y panamericana, con especial énfasis en los movimientos subterráneos de nuestros pueblos. Queda el desafío planteado para futuros investigadores y realizadores. ÓSCAR CONTRERAS

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