“My Generation”: Festiva celebración de una década prodigiosa.

ESCRIBE: CONX MOYA

Dirigido por David Batty y producido y narrado por el actor Michael Caine, “My Generation” realiza un amplio recorrido por la escena de la moda, fotografía, cine y música en el Londres de la década de los sesenta, una fascinante revolución cultural llevada a cabo por jóvenes, en muchos casos de clase trabajadora. Toda una década rebosante de optimismo, diversión, creación y de ruptura de reglas, que marcó los años de juventud de sus protagonistas. El delicioso montaje, muestra a un Caine “saltando” entre pasado y presente con su característica picardía, al mezclar con acierto imágenes de su juventud con las actuales. El actor introduce los testimonios de destacados protagonistas de aquel Swinging London, como el fotógrafo David Bailey, las diseñadoras Mary Quant (creadora de la minifalda) y Bárbara Hulanicki (artífice de la boutique BIBA), los músicos Paul McCartney y Roger Daltrey, la modelo Twiggy, el peluquero Vidal Sassoon, las cantantes Marianne Faithful y Sandie Shaw o la actriz Joan Collins. La ciudad de Londres se convierte en un personaje más del documental. La calidad y variedad visual de “My Generation” deja apabullado al espectador. Una de las grandes bazas del documental es la ingente cantidad de material de archivo, en muchas ocasiones inédito, que han utilizado para su realización. Los números son apabullantes: “más de 1500 horas de filmación, 500 horas de audio y decenas de miles de fotos fijas”, para lo que tuvieron que contactar con más de 500 personas y empresas. 

La banda sonora juega un papel muy importante, no en vano la música fue el detonante de la revolución cultural de los sesenta. Para una apasionada, como yo, de aquellos ritmos, el documental supone perderse en la más surtida pastelería o en el país de las maravillas. La banda sonora es de súper lujo y junta a los tres grupos más destacados de la época: The Who (‘My Generation’), The Rolling Stones (‘Satisfaction’ o ‘Jumpin' Jack Flash’) y The Beatles, tocando en The Cavern uno de sus primeros temas (‘Some Other Guy’). También aparecen The Animals (‘We Gotta Get Out Of This Place’), Thunderclap Newman (‘Something In The Air’), The Yardbirds, Jimi Hendrix, The Kinks con maravillas como ‘Death End Street’ o ‘Waterloo Sunset’ y Cream, entre otros protagonistas de la llamada “invasión británica”. Las Escuelas de Arte jugaron también un papel muy importante en aquella explosión cultural. Músicos como Lennon, Ray Davies o Pete Townshend pasaron por escuelas donde tomaron contacto con las artes gráficas y visuales. 

Sin embargo, “My Generation” adolece de ligereza y falta de análisis. Así, resulta un poco traída por los pelos la afirmación, en la que se sustenta parte del andamiaje del documental, de que aquella revolución la desencadenaron jóvenes de clase baja que se saltaron las rígidas normas que regían hasta entonces en el Reino Unido. Así, una de las protagonistas del documental es Marianne Faithfull, joven de la más alta sociedad inglesa, que fue musa de los Rolling Stones, además de cantante y actriz. Tal vez es el caso más extremo, pero es evidente que no todos los protagonistas de aquella prodigiosa explosión procedían de clase obrera. Es cierto que antes de los sesenta las complicadas estructuras de clase eran las que marcaban hasta dónde podía llegar en la vida cada uno, la cuna era un aspecto determinante, quiénes eran los padres y dónde se había nacido. Pero surgen preguntas, ¿hasta qué punto eso se ha eliminado y ya no sucede? ¿Todo el mundo tiene hoy de verdad las mismas oportunidades? ¿Acaso no sigue siendo cierto que las únicas vías de ascenso social de los jóvenes de clase trabajadora son la música y el fútbol? Pero “My Generation” en ningún momento pretende ser un sesudo estudio, sino una obra entretenida con un brillante envoltorio. Y eso sí que lo consigue, resulta festiva, ligera y chispeante. Como lo fueron aquellos maravillosos años. O al menos lo parecieron. 

Porque al final de la década, el hedonismo y la alegría de vivir tomaron un giro más oscuro. Y llegaron las primeras bajas. Brian Jones, líder y guitarrista de los Rolling, fallecía en 1969 con 27 años, sólo una semana después de haber sido expulsado de la banda. Muchos afirman que los Rolling no volvieron a ser lo mismo sin él. Los Beatles también tuvieron sus escarceos con la droga. En el documental vemos a McCartney confirmando en una entrevista que había tomado LSD “unas cuatro veces”, sufriendo a continuación la recriminación del periodista por contarlo, o a Lennon afirmando que los cuatro “se ponían” pero él más que ninguno. Los alegres sixties se desviaron hacia la psicodelia y los alucinógenos. Vietnam y las luchas por los derechos civiles que se disputaban en EEUU salpicaban de realidad la inocencia pop y el verano del amor. Pero esa ya es otra historia.

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