3rd SECRET – “3rd SECRET” (2022)


LA RECONSTRUCCIÓN DE UN SECRETO


ESCRIBE: JORGE CAÑADA

En 1975 Brian Eno creó, a medias con el artista Peter Schmidt, las “Estrategias Oblicuas”, una baraja de cartas que contienen aforismos e instrucciones crípticas, supuestamente destinadas a favorecer el pensamiento lateral y evitar bloqueos creativos. Ese mismo año el propio Eno las utilizó durante la concepción de “Another Green World”, un disco esencial para entender la transición entre el pasado y el presente del pop. Una de esas estrategias consta de dos pasos. Primero: confeccione una lista exhaustiva de todo lo que podría hacer. Segundo: haga lo último de esa lista. 

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Lo último en lo que pensaba Krist Novoselic a la llegada de la pandemia era en la resurrección del grunge. El bajista de Nirvana pasaba los días experimentando con afinaciones alternativas y practicando el finger-style, una técnica que permite tocar ritmo y melodía a la vez. Con la mente puesta en dar forma al siguiente álbum de Giants in the Trees, Novoselic y la cantante Jillian Raye habían compuesto ‘Rhythm of the Ride’, una pieza que condensaba sus obsesiones musicales en ese momento. Entonces el ambiente se transformó por la sensación que les produjo el descubrimiento de “Illuminations” (1969), un disco de Buffy Sainte-Marie definitivamente adelantado a su época en el uso del sintetizador Moog.

Sainte-Marie, nacida en una reserva Cree, uno de los mayores pueblos originarios de los bosques orientales de Canadá, fue una de las artistas más prominentes de la escena folk de los años 60 y, sin duda, la única intérprete ampliamente escuchada que dio voz a los nativos americanos a lo largo de su carrera. ‘God is Alive, Magic is Afoot’, la canción de apertura de Illuminations, toma su letra de un fragmento de “Beautiful Loosers”, la segunda novela de Leonard Cohen. Con su canto espectral, Buffy logró que el mantra “Dios está vivo, la magia está en marcha…” se transformara en una frase de dominio público. Medio siglo después, esa proclama se convirtió también en el leitmotiv de las sesiones creativas de Novoselic y Raye.   

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Una tarde de pausa en los ensayos, mientras revolvía material viejo, Novoselic se topó con las cintas y CDs en los que había registrado las jams sessions de una reunión con Kim Thayil (Soundgarden), Bubba Dupree (VOID) y Alfredo Hernandez (Kyuss). Habían pasado casi dos décadas. Ese hallazgo hizo que el curso de los acontecimientos comenzara a tomar un rumbo inesperado. Conmovido por el descubrimiento, Novoselic envió las grabaciones a Thayil y Dupree. Meses más tarde los tres se citaron en Seattle y retomaron las sesiones como si el tiempo no hubiera transcurrido. Entre otros, se les sumaron Jillian Raye, la cantante de Giants in the Trees con la que Krist venía trabajando en un nuevo disco, y Matt Cameron, baterista de Soundgarden y Pearl Jam. La magia estaba en marcha.  

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Comenzaron a acumularse los viajes de uno a otro extremo del estado de Washington, los demos, y los proyectos. Con canciones suficientes como para explorar al menos dos caminos, las “Estrategias Oblicuas” parecen haber vuelto a resolver el dilema: “Si tiene que elegir entre hacer una cosa u otra, haga ambas”. Pensaron en dos discos, hasta en tres, pero con la mano maestra de Jack Endino, otro histórico de la era en la que Seattle fue la capital del planeta Tierra, terminaron reuniendo todo el material en uno solo.

El principio fue ‘Rhythm of the Ride’, y con justicia abre el disco. Lo que parece apenas un ejercicio estilístico se convierte en un tema hecho y derecho, un espacio en el que la agradable voz de Raye, apoyada en los coros de Jennifer Johnson, busca luz entre la destreza de los dedos de Novoselic. ‘I Choose Me’ y ‘Diamond in the Cold’ hacen las delicias de los fans de Soundgarden. Con sus riffs atemporales podrían pedir a gritos el auxilio de Cornell, pero la dupla vocal femenina se combina con una solvencia tal que no deja resquicio para reclamos. 

Hay homenajes indudables al “Led Zeppelin III” como ‘Winter Solstice’, que captura ese tibio reflejo del sol crepuscular que es marca registrada del folk británico con tintes celtas. Una calidez que apenas asoma en ‘Last Day of August’, para luego dar un giro hacia un tono más inquieto. ‘Live Without You’, ‘Right Stuff’ y ‘Dead Sea’ transitan las sendas que los discos de Giant in the Trees han sabido demarcar con su sello particular, y además son testigos de la disyuntiva que en algún punto enfrentaron Novoselic y Raye cuando asumieron que debían elegir entre priorizar el nuevo álbum de su banda o profundizar la colaboración con el resto de los músicos de Seattle. 

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3rd Secret es la ucronía del grunge. Una reconstrucción certera del derrotero que aquella aventura podría haber seguido si las cosas hubieran sido de otra manera, o, mejor dicho, si no hubieran ocurrido ciertos hechos que torcieron la línea del tiempo. Concretamente hablamos de la muerte. De muertes que adelantaron relojes e hicieron volar por los aires hojas de calendario. El grunge no murió con Kurt Cobain, tampoco con Layne Staley, pero todo lo que vino después ocurrió como una desviación de la historia. Como el lado B de un single. Una cara menos luminosa, pero con los pies en la tierra. Hitchcock decía que sus películas buscaban generar en el espectador el mismo placer que daba despertar de una pesadilla. Sobrevivir a la imaginación. Eso es 3rd Secret. Un intento por sortear el destino. 


Podríamos caer en la tentación de llamarlo supergrupo. El grunge ya los tuvo, incluso en su génesis y antes de ser conocido como tal (Temple of the Dog), o como mero gesto colaborativo (el aporte de Mark Arm y Chris Cornell en el ‘Right Turn’ de Alice in Chains o lo que se dio en llamar Alice Mudgarden), o bien como intento desesperado de auto-rescatarse del abismo (Mad Season). Lo de 3rd Secret es distinto. Se trata más de una tarea de restauración de época, que de un ejercicio nostálgico. “La Anatomía de un Instante”, como llamó Javier Cercas a la meticulosa disección de un momento que parece eterno.   

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Novoselic y compañía prometen volver a juntarse una vez que acabe el verano boreal, o quizás el último día de agosto. Dicen tener un puñado de ideas para un nuevo álbum, pero entonces ya no serán 3rd Secret. Se trata de la música, ante todo. Algún día alguien contará la historia de lo que pudo haber sido y no fue en la corta vida del grunge. Todo es posible, como en esa canción de Illuminations, en la que, sorteando una línea de bajo distorsionada, Sainte-Marie canta la historia de Adán en el día de la Creación y su comprensión, demasiado tarde, de que podría haber vivido para siempre. 

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