EL OFICIAL Y EL ESPÍA (Roman Polanski, 2019)
ESCRIBE: ÓSCAR CONTRERAS
Estamos ante una película notable y apasionante.
El filme es un relato clásico, minucioso e intenso del Caso Dreyfus, un
episodio judicial y político que remeció a la sociedad francesa de fines del siglo
XIX. Y debajo de esa mirada clásica, de la reconstrucción detallada de la
Francia decimonónica, burocrática y ceremonial. El espectador puede percibir
una turbulencia subterránea, una corriente poderosa y cloacal que va
arrastrando odios, prejuicios, antisemitismo y vilezas; hasta remecer a las
instituciones y a los hombres. Sepultando los ideales libertarios de la
Revolución Francesa.
Las virtudes expresivas y técnicas del filme, a través de
los colaboradores habituales de Polanski, son palmarias: la maravillosa
fotografía de Pawel Edelman; el montaje de Herve de Luze; el diseño de
producción, el diseño de arte y vestuario, etc. Pero el componente
creativo-literario a cargo de Robert Harris, autor de la novela histórica “Un oficial
y un espía” (Hutchinson, Reino Unido, 2013) es sustantivo para una composición
milimétrica de formas, costumbres, habla, estados de ánimo, documentos e
intrigas, en una trama que, de suyo, cien años después, sigue conmocionando al
mundo.
El caso Dreyfus aviva la sed de justicia, de
idealismo y de verdad en quienes aborrecen un tiempo como el actual, dominado
por las posverdades. Porque todos hemos sido un poco Dreyfus en la vida o hemos
visto a los Dreyfus ser víctimas de quienes necesitan, de manera permanente, un
chivo expiatorio que los salve de su mediocridad. Por cierto, Polanski no elige
de gratis el caso Dreyfus, aunque lo haya negado en entrevistas recientes. No
"instrumentaliza" su película, no es la bandera de ninguna lucha ni
el enjuague para sus culpas. Es una cinta emocionante y ponderada sobre quienes
desde las instituciones y el orden establecido les hacen daño a los hombres más
vulnerables. Y para eso Roman Polanski, a través del arte del cine, de su
estilo y conocimiento, reconstruye las estructuras mentales de un tiempo
lejano, de un tenso periodo de paz en el mundo, de un Estado weberiano, de
jerarquías y de antisemitismo.
Este apunte es exclusivamente cinematográfico y no
mira, no quiere mirar y no le interesan los antecedentes judiciales del
director. Porque, para efectos de un apunte crítico, resultan irrelevantes. Lo
que sí preocupa es que las obsesiones y odios de muchos, le cierren el paso a
este notable filme.