Es impresionante la cantidad de material de
buena calidad, que el genio canadiense se da el lujo de sacar cada año bajo su serie Archives. El mes pasado, vio la luz este set de doce canciones de un
concierto que dio el 22 de enero de 1971 en el Shakespeare Theatre de Stratford,
como parte de su gira en solitario ‘Journey Through The Past Solo Tour’. Cinco
meses antes, en agosto de 1970, Neil Young había lanzado su tercer álbum,
“After the Gold Rush”, otro artefacto de primer nivel que marcó el inicio de su
década más prodigiosa y de mayor éxito. Era un rey Midas.
Como mi tío Neil siempre hace lo que quiere, incluso
desde que era un cachorro con The Squires, no le importó que la mitad de su setlist fuera inédito. Obras maestras
como ‘A Man Needs a Maid’, ‘Heart of Gold’, 'The Needle and the Damage Done' y 'Old
Man', recién formarían parte al año siguiente del imprescindible Harvest (1972). Young
estaba dispuesto a seguir comiéndose al mundo bajo sus propias reglas, y en una
época pletórica de guitarras eléctricas y súper bandas, él daba conciertos en
salones y teatros, acompañado tan solo de su guitarra acústica, un piano y una armónica.
Incluso se atrevió a “desenchufar” el sonido de su banda Crazy Horse. Hay que
tener agallas y ser un blasfemo, para sin ningún temor, complejo y
remordimiento, despojar a ‘Cowgirl in the Sand’ y ‘Down By The River’ del glorioso
sonido distorsionado de una Gibson Les Paul con bigsby, y acortarlas y reemplazarlas
por el cálido sonido acústico de una Martin D-45.
Hace unos meses,
Neil Young hizo el siguiente anuncio: “El productor y yo sentimos que Shakespeare
es superior a nuestro amado Massey Hall. Una actuación más tranquila, sin la
atmósfera celebratoria del Massey Hall…Young Shakespeare es un evento muy
especial. A mis fans, les digo que este es el mejor de todos. Young Shakespeare
es la actuación de aquella era. Personal y emotivo. Para mí, define aquel
tiempo”. Cuando leí aquello, no pude estar más en desacuerdo con el viejo
Neil, me sentí algo decepcionado, y si fuera canadiense me hubiera sentido incluso
traicionado. De aquel tour en solitario, no hay nada, repito, no hay nada, que
supere al amado “Live at Massey Hall 1971” (2007), el vital e íntimo concierto
de más de una hora que Neil dio en su natal Ontario. Donde un público totalmente
entregado, entusiasta y agradecido, le celebraba todo y aplaudía hasta más no
poder. Tantos eran los vítores, que hasta lo “obligaron” a finalizar el show
con un segundo encore.
En cuanto a la ejecución de las canciones, el Young Shakespeare
y el Massey Hall son bien parecidos. Es el público quien hace la
diferencia (escuchen ‘Journey Through the Past’ o ‘Down by the River’ en ambos
discos) y le estampa el sello de biblical al Massey Hall. Y como el melómano irredento que soy, confieso que cada vez que llega el invierno limeño, húmedo y gris, coloco la aguja del tocadiscos en el Massey Hall, una y otra vez, para arroparme con la nostalgia. (HENRY A. FLORES)