Greta Van Fleet – “The Battle at Garden’s Gate” (2021)
Los hermanos Kiszka (Josh, Jake y Sam) y el baterista Danny Wagner suenan potentes, con una camaradería musical más profunda y un mayor aplomo. Esta música te inspira a ponerte pantalones acampanados, dejarte el cabello largo y caminar descalzo por un bosque durante el crepúsculo. ‘Built By Nations’ utiliza como guía un riff parecido al de ‘Black Dog’ de Zeppelin, pero se abre hasta convertirse en algo completamente diferente. ‘Broken Bells’ le permite respirar a la banda, improvisando por más de tres minutos en una forma similar a ‘Stairway to Heaven’, respetándola y sin plagiarla. La balada ‘Tears of Rain’ le permite a Josh convertir su voz en un huracán, y ‘Stardust Chords’ suena un poco más al estilo de Jethro Tull. La segunda mitad del álbum pierde algo de impulso, especialmente con la desordenada e indulgente ‘The Barbarians’. Sin embargo, muestra un nuevo camino para el cuarteto en el futuro, cada vez menos parecido a sus héroes musicales. El disco termina con ‘The Weight of Dreams’, que es Greta Van Fleet en su faceta más progresiva, una montaña rusa de ocho minutos que te revuelve las entrañas con una ambición casi de niveles operísticos, cuya letra dice: “Le robamos a ella un manto de majestad adornada. La reina está muerta, nosotros profanamos su tumba”.
Hay muchas críticas hacia la banda por robar sonidos, pero este tipo de comentarios son un poco snob y algo desinformados. Puede que The Battle at Garden’s Gate no cambie la forma de pensar de sus críticos, y los Greta Van Fleet sigan generando polarización, sin embargo, no tiene sentido alguno el desestimarlos. ¿Te encanta el sonido del rock clásico de los setenta? Entonces, ¿por qué odiar a una banda que está impregnada de aquello y lo celebra? (MARK K.)